Isabel
Mientras busco a quién sacaste la boca digo que tal vez se remonte atrás, a mi abuelo, o al papá de tu papá; tu abuela después va a decir que saliste a vos nomás, a Isabel, y va a ser suficiente; yo tomo aire y pienso en salir de cirugía para verte de nuevo.
Llegás dormida a la habitación en una cuna transparente que me parece inmensa. Se me enreda el estado de gracia con el dolor abajo del calmante. Es una trama gruesa, un embrollo o un laberinto, que tiene que ver con lo que traigo, con los miedos atravesados, con los soplos en la boca cuando nací, con el amor y con tu ser. Ya conocí una red o una selva o un mar así, cuando vino tu hermana. Ahí entendí lo que es Dios. Este es tuyo y mío. Es nuestro, y sigo entendiendo su magia. ¿Qué me voy a llevar cuando me muera? Esos momentos: ojos húmedos, susurros y silencios dulces.
¿Puede una bebé ser tan hermosa, tomar teta como un ternero y mirarme tan fijo? Me sumerjo en esas dos lunas llenas, oscuras y profundas, y dejo que la trama se nutra. Me caigo en ese abismo seguro. Tengo la certeza de que esos ojos me llamarán, con suerte, de forma constante y magnética durante toda mi vida.
¿Puede una nenita llevarme de la mano al jardín ella a mí? y no porque quiera entrar ¿Puede llorar todos los días, muchas veces, y ser la persona más fuerte que conozco? Simplificar las palabras, hacer sustantivo y verbo, todo junto: voy a escobar, mami la gata me cariña, la abuela se magicó el pelo; puede desear ser pájaro y llorar porque no vuela, y porque no es pájaro. ¿Qué consuelo se inventa para eso?
Puede hacer canciones improvisadas que duren entre veinte y cuarenta minutos, amar perros gatos caballos sapos como iguales, puede hacerle el velorio a una laucha: una vida que se cargó la gata de miércole, ella y la hermana le pusieron nombre, pinky pie y la lloraron con drama, por supuesto. ¿Puede una nena insistir en el amor de la gata de miércole, entre mordeduras y rasguños, durante años?
Puede negarse de forma rotunda a crecer por más que el cuerpo se le escape. La reencarnación del mismísimo Peter Pan.
Puede tener la palabra, dicha y escrita, como su canal y su escudo. Dice, dice, dice, y libera. A quién sacaste la boca, vuelvo.
Puede no ceder su malestar ni su deseo al entorno que quiera verla contenta. Y hacer lo que quiere. Y yo voy con los límites, midiendo, poniendo en la balanza, repasándome. Inventándome. Peleamos, hablamos, gritamos, lloramos. Nos abrazamos. Nos amamos. Nos incomoda y nos hace crecer, alimentamos la trama.
¿Pueden esas dos lunas llenas, oscuras y profundas, ponerme de rodillas? Claro que sí, ya te lo dije: nací para eso.
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